jueves, 15 de octubre de 2009

Breve ensayo sobre el miedo

Por Julio Aldana*

Mi miedo no es negro ni amarillo, mi miedo no es subrepticio ni enfático, mi miedo aparece y desaparece, emerge de mi infancia y mi muerte, de mi pasado y de mi futuro, y se abre paso largamente como una sombra en un riachuelo. Los días que transcurren a cuentagotas nada tienen que ver con mi temor, no es miedo al tiempo ni a lo estático, es únicamente el miedo inútil de un ser humano, susceptible al insufrible vivir diario, a esa apertura de posibilidades infinitas a cada paso, a cada recoveco desgarrado por las costillas.
Mi miedo es utópico, mítico, cotidiano, íntimo, colectivo y solitario. Mi miedo es algo que proviene desde las entrañas pero me es ajeno, es imaginario y existe en silencio, sutil en el caracol auricular.
Mi miedo es algo como no tener dinero un fin de semana, o tenerlo y no haya con quién compartirlo. Mi miedo es salir apresurado a la calle y ser arrollado por un tranvía invisible, y no producir compasión por quedar inconsciente, sino una inmensa curiosidad felina por mantenerme de pie, y ser visto por cientos de ojos y manos y pies saciando su urgencia de identificarme como un objeto pseudoherido, y luego ser olvidado inmediatamente. Mi miedo es algo como saber que voy a tener una hija siendo aun un estúpido adolescente e imaginarme un horizonte frustrado, o tocar ese horizonte y verme ya vetusto sin nadie quien me diga papá. Mi miedo es no publicar un solo libro antes de los 30 años y verme sentado en el mismo lugar de siempre a la espera de un hecho excepcional para empezar a escribir. Mi miedo es publicar cuando ya no queden lectores que lleven siempre un libro bajo el brazo. Mi miedo es pasar hambre y frío, o no pasarlo y volverme indolente al sufrimiento humano más primario. Mi miedo es creer en Dios y perder la fe, o no creer en Él y ser testigo de un milagro que me fulmine los ojos. Mi miedo es que no me alcance la vida para poder leer todos los libros que desearía, o terminarlos todos completamente y dejar sin un sentido artístico mi vida. Mi miedo es someterme a las drogas y volverme un adicto insalvable, o nunca probar nada y ser un moralista aplastado. Mi miedo es que me sorprendan masturbándome frente a los pechos de Eva Green, o ser encadenado por un prejuicio y no disfrutar con el instinto a semejante mujer. Mi miedo es ser un heterosexual por descarte y no por decisión, por recibir una herencia cultural y no por elección, o ser un homosexual enloquecido que vive para desgañitarse. Mi miedo es sentir un orgasmo que me obnubile y ascienda al nirvana, o declinar en un casto cenobita. Mi miedo es no sentir más orgasmos y olvidar ese placer animal. Mi miedo es nunca hacerlo con una prostituta, o hacerlo y enamorarme de ella. Mi miedo es ser político, abogado, economista, contador, publicista, administrador, presidente, farandulero, o ser escritor, pintor, cineasta, actor, músico y no poseer ni el menor talento para serlo. Mi miedo es como una gran pantera, un enorme elefante, un pequeño mirlo o un minúsculo insecto. Mi miedo son todos los miedos. Tengo miedo tanto de escribir estas líneas como de no hacerlo, tanto de empezar como de acabar, porque con ello muere un intento sublime de ser alguien, porque la verdadera conciencia y voluntad puede existir sólo en estas palabras, porque es aquí donde todo es posible y nada a la vez, porque todo lo que he escrito anteriormente es mentira, no deja de ser ficción, una puta fantasía, porque allá afuera el mundo sigue siendo real e inmutable, voluble y frágil, aversivo e indiferente, y no una hoja de papel que puede ser arrancada por el viento.
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*Julio Aldana (Lima, 1985) administra una casa de videojuegos y estudia Literatura en la Universidad Carólica.